martes, 19 de febrero de 2013

Ni te imaginas lo que me arrepiento de cambiar la poesía por tus ojos rojos. De preferir leer tus labios a los versos de Neruda; de cambiar el romper estrofas, por romper tu ropa.
O la utopía de perderme entre lineas por hacerlo entre tus sábanas.
Cambiar punto y coma por los puntos suspensivos del "te quiero".

Quizás no me arrepienta tanto; ¿para qué engañarnos? Jamás abandonamos la poesía.


En cada una de tus ojeras, siempre estuvo escondida.
En el hueco que pocas veces separaba nuestros labios; en los mordiscos en la cadera o el sabor de los besos de verano.
Siempre hubo poesía.

En cada mirada escondida tras pupilas rotas; cada latido que escuchamos marcaba el ritmo de nuestros propios versos.
Los pedazos en el suelo al rompernos juntos eran infinitamente mejor que cualquier poema de este mundo.

Fuimos grandes escritores que abandonaron a sus musas con el primer "te quiero" falso.


Pero jamás nos faltó poesía.
Así que al menos gracias. Gracias por la poesía.

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